
Gonzalo López Gallego y José David Montero llevan mucho tiempo colaborando. Y saben cómo hacer un thriller. Prueba de ello es El rey de la montaña (2007), largometraje con el que los dos vieron reconocido su trabajo. Con La piel azul se enfrentaban a un planteamiento novedoso. Y es que de las cinco semanas de rodaje, en septiembre y octubre del año pasado, más de tres semanas se han rodado en alta mar, en un velero y en el agua, con dos Arri 16 SR3 cámara en mano gran parte del tiempo, lo que contribuye a crear el ambiente de gran tensión de esta historia, basada en hechos reales, en la que unos jóvenes salen de vacaciones en barco y se encuentran con su peor pesadilla.
la textura y la captación del movimiento
Para rodar tantos días seguidos en el mar, y en unas condiciones extremas, nos cuenta José David Montero que necesitaban un soporte fiable y resistente, y optaron por las cámaras de cine. "Hemos tenido problemas con la electrónica, por la salinidad del agua. Las baterías nos fallaban, todo lo que era electrónica, pero las cámaras nos han funcionado perfectamente", asegura el director de fotografía.

EPC fue la casa de alquiler encargada de suministrar el material de cámara. Para La piel azul optaron por dos cámaras Arriflex 16 SR3 Advanced. "Elegí SR3 porque es más robusta y porque necesitábamos duplicarlo todo y tenían que ser las dos unidades iguales". Cuando rodaban con scubacam llevaban un zoom Angenieux 15-40 en una cámara y zoom Canon 8-64 en la otra. Utilizaron lentes Ultra Prime para el resto del rodaje.
Además de elegir rodar en Super 16 buscando la solución más práctica, por seguridad y estabilidad, sobre todo les movía una cuestión de estética. Tanto a Gonzalo López-Gallego como a José David Montero les gusta rodar en cine. "El director es fan del Super16. Porque es un formato versátil, hace que el rodaje sea más ágil y aporta la textura cinematográfica que a Gonzalo le gusta ver. Y, además, hay algo que no captan las cámaras de vídeo como lo hacen las de cine, que es el movimiento. La textura y el movimiento del mar también contó en nuestra elección", cuenta el director de fotografía.
angustia a ras del agua
La piel azul se ha rodado en localizaciones naturales de Alicante, y las secuencias que trascurren en el camarote, en los platós de los estudios Ciudad de la Luz. Pero el rodaje que más les ha marcado es cuando están a ras de agua en alta mar. Allí, el equipo técnico tuvo su particular pesadilla.

"Para intentar estabilizar el movimiento de las olas montamos las dos cámaras en dos scubas, controladas con un cable desde las zodiacs o desde el velero con control remoto de foco, de zoom y de diafragma", explica José David Montero. Lo controlaban desde fuera porque abrir y cerrar la scuba todo el tiempo les habría hecho perder tiempo infinito. Así funcionaron al principio del rodaje. Pero los cables de control de cámara de las scubas fueron fallando poco a poco a causa de la sal del agua.
"Son pequeños problemas pero hacen que no puedas ver la imagen aunque todo funcione perfectamente. Al final, pusimos las dos scubas sobre dos tablas de bodyboard para estabilizarlas, y lo que hicimos fue jugar con la altura de la óptica con respecto al agua. Gonzalo quería que la cámara se fuera hundiendo más, a medida que el relato avanzaba. Los personajes están al borde del barco en el mar y la cámara cada vez está más a ras del agua. Entonces, dábamos la vuelta a las tablas de bodyboard y la cámara quedaba como entre dos aguas. Y poco a poco íbamos bajando la cámara para dar esa sensación de angustia", detalla José David Montero. En La piel azul también hay planos subacuáticos en los que la cámara bajó hasta siete metros, y que se hicieron en una sola jornada de rodaje con apoyo de profesionales.

dos cámaras en coordinación
En el barco la opción era cámara al hombro, sí o sí. Una de las dos Arri S3 la operaba el propio José David Montero y la segunda cámara estaba en manos de Juan de Andrés.
"Al estar en el mar, teníamos el incoveniente de no poder poner trípode ni prácticamente ningún soporte pero, por otro lado, rodar con cámara al hombro nos facilitaba la capacidad de reacción", explica el director de fotografía. Como Juan de Andrés y él ya habían trabajado juntos, la coordinación resultaba más fácil, algo fundamental cuando te enfrentas a un plan de rodaje muy abierto.

"Aunque Gonzalo lleva un guión técnico bastante preciso, luego, el mar te pone en tu sitio. El mar tiene una dinámica, es un organismo vivo y hay que reaccionar todo el tiempo ante él. A pesar de que estábamos en plena gota fría -esto también nos ha condicionado el rodaje-, el mar, a la una se picaba", detalla José David Montero. "El oleaje cambia y no puedes rodar, por ejemplo, la escena intimista que tenías prevista. Teníamos muchas secuencias abiertas todos los días para poder reaccionar dependiendo del tiempo que hiciera".
Y remarca que aunque cuentas con las predicciones, el mar siempre te sorprende. "Hasta que no estás dentro, no te imaginas cómo es hacer una película en el mar". Aclara José David Montero que el rodaje se hace complicado por una suma de factores, no sólo por las condiciones climatológicas. "Porque no se trata sólo de conseguir planos bonitos del mar sino de contar una historia, y estar con los actores que, además, tuvieron que estar mucho tiempo dentro del agua, pasando frío". También formaban parte del equipo técnico de cámara Juan Antonio González y Jens Zahorszky como foquistas, y Carlos Cañal como auxiliar de cámara.

En el primer capítulo -cada uno dura 75 minutos-, la fotografía es más limpia para apoyar la parte bonita de la historia. Rodaron con steady para establecer un contraste entre el principio, antes de subir al barco, donde todo es más estable, y la historia que se desarrolla en el barco, donde todo es cámara en mano con más movimiento.
"En el segundo episodio la historia cambia, y el lenguaje es más de suspense y de tensión. El director quería que montásemos los zooms en las dos cámaras y que lo moviésemos durante la toma. Era todo más agresivo. Hacíamos reencuadres constantes, movimientos de zoom y desenfoques", recuerda José David Montero.
Y además se ayudaron de la postproducción para que visualmente resultase una primera parte más 'idílica' y una segunda parte más 'áspera'. "Hemos rodado muchos planos a ras del agua y hemos jugado con la obturación, con alta velocidad, y a la hora de captar ese movimiento y ese mar, el Super16 nos ha dado muchas posibilidades. Además, teniendo en cuenta que estábamos en unas condiciones difíciles, y que muchas veces no podías elegir la luz que querías -porque es lo que el mar te deja rodar en cada momento-, la latitud que tiene la película de 16mm nos ha venido muy bien en postproducción, para luego poder jugar con los colores y poder salvar aspectos de rango", añade el director de fotografía, que trabajó con negativo Kodak Vision3 500T 7219.

TRAS LA PRODUCCIÓN.- Nacho Faerna juega doble rol en La piel azul y además de guionista es productor ejecutivo junto con Macarena Rey, y con José Picazo como director de producción. Antena 3 Films y Boca Boca han contado con la colaboración de Televisa, el Instituto valenciano de cinematografía IVAC, la Generalitat Valenciana y Ciudad de la Luz. En el reparto, entre los protagonistas de esta película coral, Miguel Ángel Muñoz y Manuela Vellés.
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