"Porque me apasiona, porque soy feliz escribiendo, operando una cámara, montando y estando en un set, y disfruto mucho de cada paso de esta profesión". Son las razones por las que el polifacético director Lucas Figueroa decidió dedicarse al cine. Y ahora también sabemos que lo hace porque hay cosas que nunca se olvidan...
Y es que su último y archipremiado cortometraje, que se titula así, Porque hay cosas que nunca se olvidan, nace de una experiencia personal que le quedó grabada desde su infancia.
"De pequeño, una vecina nos pinchaba el balón. No sabía cómo vengarme... Y después de veinte años, creo que encontré la fórmula en el cine", bromea el realizador, guionista, montador y productor, que con esta pequeña venganza cinematográfica además de ganar cerca de cien premios, ha conseguido estar entre los cinco nominados que este año optaban a goya en cortometraje de ficción.
* (todas estas fotos, y más, y el trailer en el sitio web de Porque hay cosas que nunca se olvidan)
Lucas Figueroa, a quien parece que tampoco se le ha olvidado cómo jugar al fútbol, instruyendo a uno de los pequeños protagonistas
construir un pueblo en 3D
En la historia de Porque hay cosas que nunca se olvidan hay suficiente variedad de factores como para complicar cualquier rodaje.
"Si piensas que es una historia de época, con niños y animales, rodada en Segovia pero ambientada en Nápoles, con equipo español pero rodada en italiano, donde se ha construido el pueblo en 3D, y los efectos llevaron más de 9 meses de renderización... pues no sé por dónde empezar a contar lo más difícil", nos dice Lucas Figueroa, que define la experiencia de este corto como "un hermoso caos general" donde la postproducción fue lo más laborioso.
Y no es para menos si tenemos en cuenta que el 98 por ciento de los cielos son falsos, y el cien por cien de los planos están retocados o enmascarados.
El Nápoles de los años 40 está ambientado en Domingo García, localidad segoviana con casas de pizarra típica de la zona y que no supera los 50 habitantes. Pero antes de elegir este pueblo -explica Lucas Figueroa- se vieron más de 300 localizaciones.
Y para tener referencias reales a la hora de construir el pueblo en 3D, se hizo un pre-rodaje. "Así que con un hermoso visor de director de EPC y una maleta de ópticas, unos cinco meses antes del corto, lo rodé todo con Miguel Amoedo y los actores, en unas dos horas. Luego, se contruyó todo el pueblo en 3D. La unión de los tiros de cámara con las ópticas que quería, más el pueblo en 3D para poder variar y probar otros tiros desde la preproducción, fue muy interesante, ya que estábamos rodando todo con niños que no eran actores", recuerda Lucas Figueroa.
en la foto, la foquista Karlien de Vos con la P2
el rodaje con la P2 y la estética
Buscando la experimentación, se rodó con la Panasonic P2 HVX200, ópticas de cine Zeiss Digiprime y el sistema mini-35, un equipamiento de cámara suministrado por EPC. "El motivo principal fue porque quería ir editando el corto en vivo, en el set, y porque quería probar las tarjetas de memoria sólida".
Para la fotografía se acompañó de Javier Palacios (Casual day, 2007). Y en cuanto a referencias de imagen, trabajaron sobre todo con Jean-Pierre Jeunet (Amélie, Delicatessen...). "La estética que buscaba era de película vieja, con mucho ámbar y con muchos detalles de atrezzo", detalla Lucas Figueroa, que le pidió a su director de fotografía que le diese la mayor cantidad de información posible, "de registro".
en la foto, el director de fotografía Javier Palacios operando la P2 y con el esférico de protagonista
cámara en movimiento
En cuanto al lenguaje de cámara, el realizador cuenta que le gusta mucho rodar con movimiento. "Movimientos sutiles, aunque sean mínimos, me gusta que la imagen tenga movimiento siempre. Hubo un poco de todo, travelling con vías fijas, circulares, steady, grúa, cabeza caliente, travelling motorizado...".
Junto a Javier Palacios formaban equipo Karlien de Vos con el doble rol de foquista y auxiliar de cámara, y operando la steadycam, Tito Carla y Álvaro Carla. Valero como operador de cabeza caliente/grúa.
El rodaje de Porque hay cosas que nunca se olvidan se alargó más de lo normal. "Duró meses porque lo tuvimos que suspender varias veces. Por ejemplo, íbamos a rodar ambientando el Nápoles de los 40 en primavera... y en Segovia nevaba. Esas cosas tan normales de los rodajes", explica Lucas.
Javier Palacios operando la P2 con travelling con su foquista Karlien de Vos
una historia salvaje
El resultado es una historia de unos niños -digámoslo claro- muy destroyers, y una señora -digámoslo claro también- un poco bruja, donde también entran en juego dos estrellas del fútbol que hacen sus pinitos en el cine. Una historia con mucho humor -como alguna crítica ha definido-, humor salvaje.
Entre lo más divertido para Lucas Figueroa... la experiencia de "construir un escenario cambiando un pueblo, la implicación de todo el equipo, las noches y semanas en Domingo García... muchas cosas". Tampoco se olvida de sus dos estrellas, el napolitano Fabio Cannavaro (Real Madrid), y Amedeo Carboni (ex director deportivo del Valencia). "¡Son dos actores estupendos!".
Para el rodaje de las escenas en el campo de fútbol con Cannavaro y Carboni participó una segunda unidad de cámara con Miguel Ángel Mora (3 días, 2008) en la dirección de fotografía. Es el campo Valdebebas, donde entrena el Real Madrid.
elSensor también le ha preguntado a Lucas Figueroa si esto de poner un título tan largo es para que nunca se nos olvide... "Se olvida de todas formas. No aprendo con los títulos, a ver si los voy mejorando porque así no voy a ningún lado", sonríe.
una trilogía de muerte
Porque hay cosas que nunca se olvidan cierra la que Lucas Figueroa denomina Trilogía de muerte, que inició en 2006 con los cortometrajes Con que 24...(ouch!), y al que siguió Boletos por favor. Todos son proyectos de su productora LMF films.
"Antes de realizar un largometraje quería hacer tres cortos con un objetivo anecdótico de cien premios para luego dedicarme de lleno a una historia con más metraje", cuenta el realizador que bromea... "ya pasamos creo que los 200 premios entre los tres cortos, con lo que no tengo más excusas y estoy trabajando en el largo".
viernes, 13 de febrero de 2009
La pequeña gran venganza cinematográfica de Lucas Figueroa
escribe el Sensor a 10:05 a. m.
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